LA CATEDRAL DE SAN MIGUEL
El 21 de noviembre de 1862 se colocó la primera piedra de la que hoy es la catedral de San Miguel. Este esfuerzo del general Gerardo Barrios y en ella se encuentra la Patrona de El Salvador: la Virgen de La Paz. Muchos de los materiales usados en su acabado fueron traídos del extranjero.
Una de las edificaciones que más destacan en la configuración de ciudad en que uno se encuentre, las dos puntiagudas y elevadas torres de su fachada sobresalen en las siluetas que dibuja la hermosa Perla de Oriente. Ubicada en el corazón de San Miguel, exactamente frente al céntrico Parque Guzmán, la Catedral refleja la gracia y el desempeño que los arquitectos pusieron en su construcción.
La altura máxima es de 57 metros hasta los campanarios y de 25 metros hasta el techo, puede albergar a dos mil personas, lo que la hace la segunda Iglesia Católica con mayor capacidad en El Salvador y la construcción más alta de toda la Zona Oriental.
En la parte exterior se encuentran las estatuas de mármol del Capital Don Luis Moscoso que fue fundador de la hoy ciudad de San Miguel y del General Barrios, bravo patriota militar migueleño, iniciador, como se ha dicho, de los trabajos de la centenaria Catedral, símbolo altivo de la grey religiosa migueleña.
Típico del llamado estilo ecléctico muy en boga en las construcciones, particularmente las eclesiales, del periodo que va desde comedios del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX.
La fachada planteada de esta catedral presenta principalmente detalles neoclásicos. Las dos torres encuadran a las columnas dóricas. El orden jónico aparece en la etapa intermedia mientras que el corintio es el que surge en la etapa superior de las torres.
El gran frontispicio que adorna la parte superior del pórtico está sostenido por seis fuertes aunque esbeltas por su elevación columnas dóricas, cuatro de estas columnas se encuentran apareadas. El frontispicio triangular es el principal detalle neoclásico y está dotado de un importante friso esculpido en mármol por el escultor Juan Bautista Finochiaro, en este bajorrelieve está representado el éxodo: Moisés en el desierto descansa momentáneamente a la sombra de un árbol y el pueblo israelita le trae al profeta un gran conjunto de racimos lo cual sería alusión a la ciudad de Tucumán que se halla en el centro de un fertilísimo vergel.
Sobre el frontispicio, en la mitad de la simetría, se alza una estatua en mármol blanco de la Virgen María. También resulta interesante la escultura en madera de Cristo Crucificado que se encuentra en el lado izquierdo del vestíbulo, y que es objeto de veneración constante de los transeúntes.
El interior de esta catedral es bastante amplio, la sensación de amplitud está potenciada por el uso de columnas esbeltas que mantienen elevado al techo y por una buena iluminación natural. La iglesia posee dos antiguas y pequeñas estatuas de san Judas Tadeo y san Simón (patronos de Tucumán a los cuales se venera tras una victoria sobre los calchaquíes en octubre de 1577 momento en el cual la ciudad de origen europeo casi fue destruida por el pueblo nativo.
En el interior se encuentran los sepulcros de varios importantes personajes de la historia tucumana (Alejandro Heredia, el obispo José Eusebio Colombres, Gregorio Aráoz de la Madrid etc.).
En la torre ubicada a la izquierda se encuentra un antiguo reloj mutal que perteneció al Cabildo de Tucumán. Éste reloj fue adquirido en Gran Bretaña en la década de 1840 y transportado a San Miguel de Tucumán, dónde el gobernador Celedonio Gutiérrez ordenó su instalación en la torre del antiguo edificio consistorial.
Luego de la inauguración de la actual Casa de Gobierno en 1912, el reloj fue colocado en la torre de la catedral dónde se encuentra actualmente.
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